Un círculo espacialmente central marca los genitales del pintor a los que las líneas de mirada y la marcada por la trayectoria del pincel (posiblemente símbolo fálico en este caso) llevan la atención del observador. El juego de diagonales y perspectiva forzada con una posición entre frontal y aérea aumenta el desconcierto sobre la escena, en la que la modelo toma el papel inverso al que le corresponde, siendo en este caso el pintor quien posa de una manera obscena.Los estrechos espacios y asfixiante encuadre junto al ambiente destartalado aumenta el sucio juego al que se abocan las figuras protagonistas y en el que hacen participar al espectador.
domingo, 28 de febrero de 2010
Lucien Freud.El artista y su modelo
Un círculo espacialmente central marca los genitales del pintor a los que las líneas de mirada y la marcada por la trayectoria del pincel (posiblemente símbolo fálico en este caso) llevan la atención del observador. El juego de diagonales y perspectiva forzada con una posición entre frontal y aérea aumenta el desconcierto sobre la escena, en la que la modelo toma el papel inverso al que le corresponde, siendo en este caso el pintor quien posa de una manera obscena.Los estrechos espacios y asfixiante encuadre junto al ambiente destartalado aumenta el sucio juego al que se abocan las figuras protagonistas y en el que hacen participar al espectador.
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